
“Nadie es imprescindible” es un mantra al que todo el mundo se apunta, como se apunta a enfatizar que “los recursos humanos son el activo fundamental de todas las compañías”. Pues ninguno de los dos mantras pasan de ser buenas palabras que, con muchísima frecuencia, se olvidan Una cosa es la teoría, y otra, son las situaciones diarias que según muchos managers, requieren el olvido de las teorías y los mantras, actuando en contra de ellos .
El manager tiene que tener claro que su éxito depende de la profesionalidad de su equipo, y que ésta no es algo gratuito, sino que solo se consigue con su compromiso irrenunciable con el desarrollo de sus colaboradores.
Con muchísima frecuencia muchos managers elevan a la categoría de imprescindibles a muchos de sus colaboradores. Partiendo de la base que yo sí creo y practico, que no hay nadie imprescindible, sí reconozco que hay colaboradores que son muy válidos y que aportan gran valor a un proyecto. Sin embargo, esos colaboradores deben ser tratados como prescindibles, de modo que el manager ni debe ser rehén de su colaborador, ni debe crear precedentes para que ese colaborador esté contento, y así poder retenerle.
Y es más , en el momento que se identifica una situación de dependencia, es la obligación del manager deshacerla inmediatamente, considerando las consecuencias a corto plazo para minimizar el daño, pero nunca manteniendo la situación evitando esas consecuencias.
¿Qué justificaciones arguyen los managers para nominar a un imprescindible, pidiendo así a la organización que haga una excepción, o cree un precedente para que el imprescindible no se vaya?:
Es una buena táctica para proteger a sus incondicionales, aquellos que son profesionalmente mediocres pero que son leales.
- Da mucha pereza abrir un proceso de selección cuando alguien dice que se va, y no se tiene el criterio necesario para evaluar las repercusiones.
- Algunos managers consideran una mácula que un colaborador se vaya de su equipo.
- En la fuerza de ventas, un vendedor tiene la llave para mantener a un cliente o a un distribuidor.
- Y por que no, en algunos casos el colaborador es realmente bueno y no solo eso, quizás es el único bueno del equipo. En un entorno donde todo vale, se va el que saca las castañas del fuego .
Estas situaciones son imposibles de resolver porque el problema no es puntual, sino que es la consecuencia de una pobre actuación del manager, que no ha dado importancia a la profesionalidad de su equipo, conformándose con lo que tiene y sin contemplar que los buenos, o los objetivamente descontentos, se pueden marcha. En esos momentos hay que tener opciones y alternativas para responder a una eventualidad.
Un buen equipo no se pone en riesgo por la marcha de algunos de sus miembros, porque un buen manager, desde el origen, debe diseñar la evolución de su equipo inyectando talento en exceso, estableciendo planes individuales de desarrollo y dejando espacio para que ese talento crezca. Y es de esta forma como se hace frente a posibles eventualidades y como se evitan de raíz, situaciones de dependencia .
En resumen, la moraleja real es que cuando en un equipo surgen imprescindibles, el prescindible es el manager, por haber provocado y mantenido esa situación.